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Sala de prensa
05/08/2009
Entrañable distinción otorgada por la Asociación de Antiguos Alumnos del Real Instituto Jovellanos
El Ateneo premiado por su gran labor cultural con "El Campanil"
El premio es una réplica de la torre que alberga el reloj del Real Instituto Jovellanos, cuya restauración según recordó José Luis Martínez fue posible gracias a las aportaciones económicos de la Asociación de Antiguos Alumnos que este año galardonó a Pedro Sabando
El premio es una réplica de la torre que alberga el reloj del Real Instituto Jovellanos, cuya restauración según recordó José Luis Martínez fue posible gracias a las aportaciones económicos de la Asociación de Antiguos Alumnos que este año galardonó a Pedro Sabando
El pasado día 5 de agosto, la Asociación de Antiguos Alumnos del Real Instituto Jovellanos, entrego al Ateneo Jovellanos el premio"El Campanil", en un acto que fue presidido por el presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces; la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso y en cuya mesa presidencial estuvo también el prestioso jurista, antigua alumno del Instituto Jovellanos, Aurelio Menéndez.
El presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto Jovellanos, José Miguel Fernández Suárez "Chechu", en su intervención destacó, entre otras cosas la labor del Ateneo Jovellanos: "Este año el premio “Campanil” ha sido para el Ateneo Jovellanos, que creo que encarna a la perfección esos valores jovellanistas de búsqueda de la verdad, la sabiduría, la utilidad y como síntesis de todos ellos la libertad. El Ateneo Jovellanos es desde su fundación en 1953, un referente obligado en la historia cultural de Gijón. Sus actividades abarcaron los más diversos ámbitos: literatura, teatro, música, cine, pintura etc. Por su tribuna pasaron los filósofos, novelistas, poetas, e historiadores más relevantes.Tuvo también su larga travesía del desierto en el final de los años 60 y principios de los 70, felizmente superada. Por eso quiero referirme a su última etapa en la que con José Luís Martínez al frente, desde 1995, ha desplegado una intensísima actividad, realizando mas de 130 actos al año, organizando mesas redondas sobre los temas mas importantes de Gijón y de Asturias, y dando tribuna y voz a profesionales, escritores y políticos de todas las tendencias; y todo ello con una precariedad de medios y hasta de locales que la hace todavía mas meritoria. Es un excelente ejemplo de cómo la “cultura real” puede hacerse alejada del “glamour” y del papel “couche”. Es por todo esto por lo que se ha hecho acreedor al “Campanil 2009” que por primera vez otorga esta Asociación".
El premio fue recibido por el presidente del Ateneo Jovellanos, José Luis Martínez, quien en su interveción hizo un especial hincapié "en el gran esplendor de la vida académica logrado durante el siglo XX por el Instituto Jovellanos, gracias a elevado nivel educativo. A esta Asociación de Antiguos Alumnos que hoy nos premia, nos une, además de un común interés por la Cultura, el compartir el nombre del más universal de los gijoneses: Jovellanos. Estamos hermanados por el vínculo humanístico que emana del espíritu del prócer gijonés. Y desde ambas instttuciones enarbolamos la bandera de la Cultura y de la Libertad, metas solamante alcanzables por medio de la Instrucción"
El presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto Jovellanos resaltó a continuación que: " Finalmente y siguiendo el discurso fundacional de Jovellanos, queremos honrar a este Instituto, destacando la importancia y la relevancia profesional de los alumnos mas distinguidos que han salido de sus aulas. Hoy con la incorporación de Pedro Sabando a este selecto grupo, en apretada competencia con otros antiguos alumnos de trayectorias brillantísimas, se pone de manifiesto la vitalidad de este Centro que da y seguirá dando (como ejemplo, ahí están los que obtienen el premio Aurelio Menéndez/ Mercedes García-Quintana) personas que tienen mucho que aportar a la Sociedad".
Tras recibir la distinción, Pedro Sabando pronunció un importante discurso con trascendetales reflexiones sobre la actual vida política española"

"Mi vida política ha sido un viaje desde el sindicalismo a los parlamentos pasando por responsabilidades a nivel regional, nacional e internacional. En mí, el médico y el político conviven complementándose, inspirando la acción en unas ocasiones y repeliéndose en otras. La medicina es ciencia, la política debería ser un arte.
Desde mi oficio de médico he de decirles que la política es apasionante. Permítanme, pues, algunas consideraciones de carácter general.
Tenemos en España un problema, que yo considero mayor. En la actualidad se percibe un cierto alejamiento entre las ideologías dominantes y la realidad ciudadana. Tal vez porque las ideologías no reconocen ni admiten patrimonializaciones, o acaso porque esas mismas ideologías requieren ajustes, en forma de letra pequeña o grande, que respondan y ofrezcan soluciones a los problemas que emergen de la vida cotidiana y su organización. Es evidente, también, que las ideologías necesitan intérpretes, preparados específicamente, para desempeñar las responsabilidades, pues sólo así se genera respetabilidad.
Dos consideraciones a modo de ejemplos: hace años, N. Bobbio en su Destra e Sinistra señalaba que la negación de diferencias entre derecha e izquierda podría funcionar como coartada de la injusticia. Hoy es constatable que derecha e izquierda permeabilizan e incorporan sin grandes traumas importantes segmentos del discurso ideológico del oponente tradicional, las diferencias serán, pues, más programáticas que filosóficas y se referirán a aspectos concretos, como la progresividad o intensidad de la política fiscal, la flexibilidad del mercado laboral o el tamaño del Estado, en sus distintos ámbitos y expresiones, por citar algunas. Es bien evidente que dichos rasgos programáticos se desprenden de un pensamiento político concreto, esto es, de una ideología.
Por otra parte, la alternancia en el poder de partidos conservadores y socialdemócratas no produce alteraciones en el modelo de desarrollo, lo cual se interpreta también, por algunos, como vaciamiento ideológico, fruto de un análisis equivocado tanto de la realidad social como del hecho político e ideológico, adecuadamente puestos al día. Si se desdeña el análisis en profundidad de ambos ejemplos o se remite a otras instancias el estudio de los fenómenos sociales, extrayéndolos del necesario debate partidario, corremos el riesgo de que los partidos políticos, piezas angulares de nuestro sistema, puedan llegar a convertirse en burocracias oligárquicas, sujetas a un funcionamiento vertical que oscurezca la creación de ideas y absorba la libertad y la autonomía del pensamiento creativo y transformador.
Sólo el perfeccionamiento de la estructura democrática partidaria y de los distintos mecanismos de funcionamiento, incluida la elección de candidatos, podría frenar dicha deriva. Debería ser un objetivo mayor que se incorporara a la agenda prioritaria del Estado y, por supuesto, a la de todos los partidos políticos.
De ahí que vea con preocupación cómo las legítimas diferencias intrapartidarias o entre partidos no se solventan desde las estrategias que puedan desprenderse de los valores o las ideas, sino desde aspectos colaterales, desde experimentos que podía calificar como «sucios», que son utilizados con fruición en la dialéctica política, a la vez que se olvida o pospone lo fundamental. De contemplarse seriamente lo sustancial probablemente obligaría a otra estrategia y por tanto a otro discurso.
Tengo la sensación de que estas cuestiones contribuyen también a alejar a los ciudadanos de la vida política, porque entienden que ésta se reduce a la lucha por el poder partidario o institucional, como un valor en sí mismo expresado en términos no suficientemente satisfactorios. En este mundo globalizado, los ciudadanos siempre comparan su realidad con el mejor de los referentes.
Por otra parte, creo que los partidos políticos no deben ser en sí mismos instituciones sacralizadas, sino instrumentos para conseguir objetivos y si éstos son superiores hay que aceptar la erosión como un servicio.
En ese sentido, en Alemania, CDU y SPD, más allá de su desgaste, nos están ofreciendo en la actualidad una lección importante.
Se hace cada vez más evidente que es necesario configurar un discurso que, sin negarse ingenuamente a ver la realidad tal como es, esboce un modelo de desarrollo económico y de convivencia política y social que asuma simultáneamente y con igual entusiasmo las tareas de crear riqueza con eficacia y justicia y distribuirla con justicia y eficacia. Cada vez me parece más evidente que ambas dimensiones forman parte de un binonio inseparable y que, pese a lo aparente, esperar que un lado de esta ecuación anule al otro no es sino un prejuicio seudo-ideológico sin legitimidad científica ni social: apenas mera estética política.
Con dicho discurso estaríamos, pues, en condiciones para recuperar el equilibrio entre el Estado y el mercado, que es donde desde mi perspectiva tal vez pueda estar una de las claves para la recuperación económica.
Llegados a este punto me permito citar a Mariano José de Larra cuando decía «cumpla cada español con sus deberes de buen patricio y, en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento "cosas de España", contribuya cada cual a las mejoras posibles».
El pasado día 5 de agosto, la Asociación de Antiguos Alumnos del Real Instituto Jovellanos, entrego al Ateneo Jovellanos el premio"El Campanil", en un acto que fue presidido por el presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces; la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso y en cuya mesa presidencial estuvo también el prestioso jurista, antigua alumno del Instituto Jovellanos, Aurelio Menéndez.
El presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto Jovellanos, José Miguel Fernández Suárez "Chechu", en su intervención destacó, entre otras cosas la labor del Ateneo Jovellanos: "Este año el premio “Campanil” ha sido para el Ateneo Jovellanos, que creo que encarna a la perfección esos valores jovellanistas de búsqueda de la verdad, la sabiduría, la utilidad y como síntesis de todos ellos la libertad. El Ateneo Jovellanos es desde su fundación en 1953, un referente obligado en la historia cultural de Gijón. Sus actividades abarcaron los más diversos ámbitos: literatura, teatro, música, cine, pintura etc. Por su tribuna pasaron los filósofos, novelistas, poetas, e historiadores más relevantes.Tuvo también su larga travesía del desierto en el final de los años 60 y principios de los 70, felizmente superada. Por eso quiero referirme a su última etapa en la que con José Luís Martínez al frente, desde 1995, ha desplegado una intensísima actividad, realizando mas de 130 actos al año, organizando mesas redondas sobre los temas mas importantes de Gijón y de Asturias, y dando tribuna y voz a profesionales, escritores y políticos de todas las tendencias; y todo ello con una precariedad de medios y hasta de locales que la hace todavía mas meritoria. Es un excelente ejemplo de cómo la “cultura real” puede hacerse alejada del “glamour” y del papel “couche”. Es por todo esto por lo que se ha hecho acreedor al “Campanil 2009” que por primera vez otorga esta Asociación".

El presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto Jovellanos resaltó a continuación que: " Finalmente y siguiendo el discurso fundacional de Jovellanos, queremos honrar a este Instituto, destacando la importancia y la relevancia profesional de los alumnos mas distinguidos que han salido de sus aulas. Hoy con la incorporación de Pedro Sabando a este selecto grupo, en apretada competencia con otros antiguos alumnos de trayectorias brillantísimas, se pone de manifiesto la vitalidad de este Centro que da y seguirá dando (como ejemplo, ahí están los que obtienen el premio Aurelio Menéndez/ Mercedes García-Quintana) personas que tienen mucho que aportar a la Sociedad".
Tras recibir la distinción, Pedro Sabando pronunció un importante discurso con trascendetales reflexiones sobre la actual vida política española"

"Mi vida política ha sido un viaje desde el sindicalismo a los parlamentos pasando por responsabilidades a nivel regional, nacional e internacional. En mí, el médico y el político conviven complementándose, inspirando la acción en unas ocasiones y repeliéndose en otras. La medicina es ciencia, la política debería ser un arte.
Desde mi oficio de médico he de decirles que la política es apasionante. Permítanme, pues, algunas consideraciones de carácter general.
Tenemos en España un problema, que yo considero mayor. En la actualidad se percibe un cierto alejamiento entre las ideologías dominantes y la realidad ciudadana. Tal vez porque las ideologías no reconocen ni admiten patrimonializaciones, o acaso porque esas mismas ideologías requieren ajustes, en forma de letra pequeña o grande, que respondan y ofrezcan soluciones a los problemas que emergen de la vida cotidiana y su organización. Es evidente, también, que las ideologías necesitan intérpretes, preparados específicamente, para desempeñar las responsabilidades, pues sólo así se genera respetabilidad.
Dos consideraciones a modo de ejemplos: hace años, N. Bobbio en su Destra e Sinistra señalaba que la negación de diferencias entre derecha e izquierda podría funcionar como coartada de la injusticia. Hoy es constatable que derecha e izquierda permeabilizan e incorporan sin grandes traumas importantes segmentos del discurso ideológico del oponente tradicional, las diferencias serán, pues, más programáticas que filosóficas y se referirán a aspectos concretos, como la progresividad o intensidad de la política fiscal, la flexibilidad del mercado laboral o el tamaño del Estado, en sus distintos ámbitos y expresiones, por citar algunas. Es bien evidente que dichos rasgos programáticos se desprenden de un pensamiento político concreto, esto es, de una ideología.
Por otra parte, la alternancia en el poder de partidos conservadores y socialdemócratas no produce alteraciones en el modelo de desarrollo, lo cual se interpreta también, por algunos, como vaciamiento ideológico, fruto de un análisis equivocado tanto de la realidad social como del hecho político e ideológico, adecuadamente puestos al día. Si se desdeña el análisis en profundidad de ambos ejemplos o se remite a otras instancias el estudio de los fenómenos sociales, extrayéndolos del necesario debate partidario, corremos el riesgo de que los partidos políticos, piezas angulares de nuestro sistema, puedan llegar a convertirse en burocracias oligárquicas, sujetas a un funcionamiento vertical que oscurezca la creación de ideas y absorba la libertad y la autonomía del pensamiento creativo y transformador.
Sólo el perfeccionamiento de la estructura democrática partidaria y de los distintos mecanismos de funcionamiento, incluida la elección de candidatos, podría frenar dicha deriva. Debería ser un objetivo mayor que se incorporara a la agenda prioritaria del Estado y, por supuesto, a la de todos los partidos políticos.

Tengo la sensación de que estas cuestiones contribuyen también a alejar a los ciudadanos de la vida política, porque entienden que ésta se reduce a la lucha por el poder partidario o institucional, como un valor en sí mismo expresado en términos no suficientemente satisfactorios. En este mundo globalizado, los ciudadanos siempre comparan su realidad con el mejor de los referentes.
Por otra parte, creo que los partidos políticos no deben ser en sí mismos instituciones sacralizadas, sino instrumentos para conseguir objetivos y si éstos son superiores hay que aceptar la erosión como un servicio.
En ese sentido, en Alemania, CDU y SPD, más allá de su desgaste, nos están ofreciendo en la actualidad una lección importante.
Se hace cada vez más evidente que es necesario configurar un discurso que, sin negarse ingenuamente a ver la realidad tal como es, esboce un modelo de desarrollo económico y de convivencia política y social que asuma simultáneamente y con igual entusiasmo las tareas de crear riqueza con eficacia y justicia y distribuirla con justicia y eficacia. Cada vez me parece más evidente que ambas dimensiones forman parte de un binonio inseparable y que, pese a lo aparente, esperar que un lado de esta ecuación anule al otro no es sino un prejuicio seudo-ideológico sin legitimidad científica ni social: apenas mera estética política.
Con dicho discurso estaríamos, pues, en condiciones para recuperar el equilibrio entre el Estado y el mercado, que es donde desde mi perspectiva tal vez pueda estar una de las claves para la recuperación económica.
