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Sala de prensa
15/12/2009
Conferencia-presentación del libro
Diego Medrano presentó su libro "Tapa el sol con el pulgar"
El jueves día 17 de diciembre, el escritor DIEGO MEDRANO presentó en nuestra institución su libro "TAPA EL SOL CON EL PULGAR"..

Intervienieron en el acto:
Miguel Rojo, escritor.
Elena Ordiz, psicóloga.
Iñigo Botas, cineasta.
Alicia Bango, pintora.
Diego Medrano Fernández (Oviedo; 1978)
Es un novelista, poeta y ensayista español.
Estuvo matriculado en la facultad de filosofía de la Universidad de Oviedo, interesado en escuchar las lecciones de Gustavo Bueno, pero no concluyó tales estudios y optó por dejar la facultad, pues decía sentirse "como Oscar Wilde en la prisión de Reading". Inicia su andadura en el mundo de las letras con el libro Los héroes inútiles (Ellago Ediciones, 2005) en el que se recoge la correspondecia completa entre Diego Medrano y Leopoldo María Panero. Su primer libro de poemas, también publicado en 2005, El hombre entre las rocas (Arena Libros), es una especie de cuaderno de escritura donde se confunde lo poético y lo narrativo. Su estilo ha sido elogiado por Pere Gimferrer y Antonio Gamoneda lo ha calificado como "convincente terrorista".
A pesar de su juventud, Diego Medrano ha sido ya reconocido por la crítica gracias a novelas como la polémica El clítoris de Camille (Barcelona, Seix Barral, 2006) o su correspondencia completa con Leopoldo María Panero, Los héroes inútiles (Castellón, Ellago, 2005). Ha publicado los libros de relatos La soledad no tiene edad, Los sueños diurnos y Sobrevivir puede ser muy divertido, y la novela Una puta albina colgada del brazo de Francisco Umbral.. Su labor poética se recoge en los títulos: A veces cuerdo, El hombre entre las rocas, El viento muerde y Agua me falta. La primera entrega de sus diarios vio la luz como: Diario del artista echado a perder.
En Tapa el sol con el pulgar, Medrano propone una deconstrucción de las identidades tradicionales a través de tres personajes: la aristocrática bebedora de absenta Mercedes Hinojosa, Margot, buscavidas callejera, y Claudia Signoret, diva y única, a quien el sueño de triunfar la lleva a la gran capital a bordo de un autobús provinciano. Las tres ensayan, sin saberlo, su actuación estelar, el aria final que será su clímax y su aniquilación. Al fondo, Madrid, o un holograma apocalíptico y ultraviolento de Madrid, poblado por personajes como el misterioso Arlequín o el mendigo que cuenta sus apariciones en la televisión autonómica.
Ha dicho Ana María Moix: “Diego Medrano es una bomba envuelta en papel de seda. Una bomba que estalla en rotundo festival de palabras —vocablos luminosos pero susceptibles de homicidio— y una religión o rasgadura de seda que nos sirve a nosotros —los mortales lectores— para secarnos las lágrimas que discurren a la más feroz iluminación, siempre inquietante, en riguroso parpadeo. Son lágrimas de piedad, casi estalactitas, no se engañen, sin importar demasiado por quién se siente esa piedad. Lo tan definitivo como sucintamente milagroso es que, sin drama ninguno, nuestro joven autor le confiere una categoría artística y humana a ese tipo de provocación que, por desesperada o autolesiva que ésta sea, jamás debe permanecer al margen”.
Y Luis Alberto de Cuenca: "Aquí, bajo el sol negro de la melancolía nervaliana, la cultura y la vida se pelean en el cuadrilátero del vacío. Hay tráfico de esmeraldas en los ojos de los halcones, y las mujeres histéricas pujan para adquirir el antídoto que evita el desamparo. Sean ustedes bienvenidos a este desasosiego de palabras, al pugilato de estos cuerpos a punto de disnea que no recuerdan que lo son".
Su obra no ha dejado indiferente a nadie, provocando incluso inesperadas anexiones en definiciones aún más eléctricas o convulsas: “Kafka español” (Leopoldo María Panero), “Trino del diablo” (Luis Antonio de Villena), “Marionetista con las manos en los bolsillos” (Javier Tomeo), “Inventiva verbal y pujante y asoladora vitalidad creadora” (Pere Gimferrer), “Convincente terrorista” (Antonio Gamoneda), “Homenaje a la imaginación, electricidad casi en estado puro” (Luis Sepúlveda).
Es columnista de prensa, según sus propias palabras: “Porque quiero comer al menos una vez al día, aunque lo de beber sea más complejo”.
Miguel Rojo, escritor.
Elena Ordiz, psicóloga.
Iñigo Botas, cineasta.
Alicia Bango, pintora.
Diego Medrano Fernández (Oviedo; 1978)
Es un novelista, poeta y ensayista español.
Estuvo matriculado en la facultad de filosofía de la Universidad de Oviedo, interesado en escuchar las lecciones de Gustavo Bueno, pero no concluyó tales estudios y optó por dejar la facultad, pues decía sentirse "como Oscar Wilde en la prisión de Reading". Inicia su andadura en el mundo de las letras con el libro Los héroes inútiles (Ellago Ediciones, 2005) en el que se recoge la correspondecia completa entre Diego Medrano y Leopoldo María Panero. Su primer libro de poemas, también publicado en 2005, El hombre entre las rocas (Arena Libros), es una especie de cuaderno de escritura donde se confunde lo poético y lo narrativo. Su estilo ha sido elogiado por Pere Gimferrer y Antonio Gamoneda lo ha calificado como "convincente terrorista".
A pesar de su juventud, Diego Medrano ha sido ya reconocido por la crítica gracias a novelas como la polémica El clítoris de Camille (Barcelona, Seix Barral, 2006) o su correspondencia completa con Leopoldo María Panero, Los héroes inútiles (Castellón, Ellago, 2005). Ha publicado los libros de relatos La soledad no tiene edad, Los sueños diurnos y Sobrevivir puede ser muy divertido, y la novela Una puta albina colgada del brazo de Francisco Umbral.. Su labor poética se recoge en los títulos: A veces cuerdo, El hombre entre las rocas, El viento muerde y Agua me falta. La primera entrega de sus diarios vio la luz como: Diario del artista echado a perder.
En Tapa el sol con el pulgar, Medrano propone una deconstrucción de las identidades tradicionales a través de tres personajes: la aristocrática bebedora de absenta Mercedes Hinojosa, Margot, buscavidas callejera, y Claudia Signoret, diva y única, a quien el sueño de triunfar la lleva a la gran capital a bordo de un autobús provinciano. Las tres ensayan, sin saberlo, su actuación estelar, el aria final que será su clímax y su aniquilación. Al fondo, Madrid, o un holograma apocalíptico y ultraviolento de Madrid, poblado por personajes como el misterioso Arlequín o el mendigo que cuenta sus apariciones en la televisión autonómica.

Y Luis Alberto de Cuenca: "Aquí, bajo el sol negro de la melancolía nervaliana, la cultura y la vida se pelean en el cuadrilátero del vacío. Hay tráfico de esmeraldas en los ojos de los halcones, y las mujeres histéricas pujan para adquirir el antídoto que evita el desamparo. Sean ustedes bienvenidos a este desasosiego de palabras, al pugilato de estos cuerpos a punto de disnea que no recuerdan que lo son".
Su obra no ha dejado indiferente a nadie, provocando incluso inesperadas anexiones en definiciones aún más eléctricas o convulsas: “Kafka español” (Leopoldo María Panero), “Trino del diablo” (Luis Antonio de Villena), “Marionetista con las manos en los bolsillos” (Javier Tomeo), “Inventiva verbal y pujante y asoladora vitalidad creadora” (Pere Gimferrer), “Convincente terrorista” (Antonio Gamoneda), “Homenaje a la imaginación, electricidad casi en estado puro” (Luis Sepúlveda).
Es columnista de prensa, según sus propias palabras: “Porque quiero comer al menos una vez al día, aunque lo de beber sea más complejo”.