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Francisco José Contreras: "para la nueva izquierda los cristianos son personas bajo sospecha, porque creen en 'peligrosas verdades' que intentarán imponer a la sociedad"
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"La izquierda dejó de ser socialista hace décadas; fracasó su proyecto clásico, que era la superación del capitalismo y la socialización de los medios de producción". Con estas palabras inició su conferencia Francisco José Contreras, profesor de la Universidad de Sevilla y coautor, junto con Diego Poole, del libro "Nueva Izquierda y cristianismo", que se presentó en el ATENEO JOVELLANOS de Gijón. Para el profesor Contreras, en materia económica los partidos progresistas de Europa se diferencian poco de los conservadores: "`la izquierda se ha resignado a la gestión del capitalismo, cifrando su diferencia en cierta querencia al aumento del gasto público y la redistribución vía prestaciones sociales; pero incluso este último rasgo está llamado a desaparecer en las actuales circunstancias".
Por ello, el profesor Contreras -y ese es el argumento central de su trabajo- el progresismo ha modificado su idea de transformación de la sociedad hacia el ámbito moral y cultural: "las banderas de la izquierda del siglo XXI no son ya las reivindicaciones sindicales o los servicios públicos a la escandinava, sino el aborto libre, el feminismo radical, el matrimonio gay o el relativismo cultural. Por tanto las medidas de ingeniería social del gobierno de Zapatero son apuestas definitorias de la orientación de la nueva izquierda". Dentro de ese giro hacia la política social está también un nuevo anticlericalismo, consistente en la marginación de las personas con creencias religiosas. "Estos están permanentemente bajo sospecha, como personas que todavía creen en peligrosas 'verdades absolutas' que intentarán intolerantemente imponer a toda la sociedad". Para Francisco José Contreras detrás de este rechazo se esconde una falacia: "se presumen motivaciones religiosas en cualquier cosa que diga un católico, aunque se base no en argumentos religiosos, sino en hechos tan objetivos como que sólo las personas de distinto sexo pueden procrear, o que la ciencia certifica que existe un individuo humano desde la concepción".
Pero, a juicio del profesor, lo que ha sucedido es que la fe cristiana es ahora la mayor -si no la única- institución que defiende el pensamiento racional: "la Iglesia se ha quedado sola en la defensa de la fiabilidad de la razón, de la capacidad de la razón para obtener verdades éticas universales frente a una cultura postmoderna que reduce la moral a convenciones, tradiciones, preferencias individuales o grupales. Los católicos nos hemos convertido en los últimos racionalistas, como pronosticó Chesterton (...). La creencia en la razón y la creencia en Dios son inseparables. La razón no puede fundamentarse a sí misma. Si Dios no existe, la razón no es más que una estrategia de supervivencia de un mamífero [el hombre] de reciente advenimiento en un planeta esmirriado de una estrella de tercera".
Analizando cada una de las materias de su libro, el autor se refirió a la bioética como uno de esos nuevos frentes de lucha de la izquierda. Francisco José Contreras se mostró muy crítico con la reforma del aborto, la ley de ingeniería genética y la aceptación de la eutanasia: "son movimientos coherentes con una tendencia general a la desacralización de la vida humana en sus extremos, la fase uterina y la enfermedad terminal (...). El pseudoprogresismo se jacta de ampliar el supuesto 'derecho al matrimonio' a las parejas del mismo sexo, desfigurando así su naturaleza, pero, en abierta contradicción con ello, restringe, en lugar de extenderlo, el espectro de titulares del derecho a la vida, excluyendo de él a las personas más vulnerables: los fetos, los ancianos y los enfermos terminales". Contreras relacionó la evolución de la bioética en la izquierda a la revolución sexual de los años 60, y afirmó que hay autoengaño en las personas que defienden el aborto libre: "si el vientre materno fuera transparente, ninguna mujer sería capaz de abortar y nadie sería capaz de aprobar dicha práctica. En un debate televisivo en España, una representante del bando pro-aborto huyó físicamente del plató cuando su oponente pro-vida mostró a la cámara la imagen de un bebé en el seno materno (..). En el fondo, la sociedad sabe de sobra que lo que hay en el vientre de una mujer es un ser humano en desarrollo y no 'material biológico' anónimo, y lo admite implícitamente de muchas formas: penalizando la destrucción de dicho ser sin el consentimiento de la mujer; prescribiendo a la mujer que no fume, beba o tome drogas si está embarazada; con aparatos que permiten a la madre cuidar a su hijo ya durante el embarazo y libros sobre cómo comunicarse con su bebé en el vientre materno; y desarrollando una cirugía intrauterina que permite corregir graves malformaciones del bebé en el útero. A veces, el mismo doctor cura o mata al niño según cuál sea el deseo de sus padres".
En cuanto a la familia, el profesor Contreras afirma que el progresismo ha redefinido el concepto: "para la nueva izquierda, familia no es otra cosa que un grupo de personas que se quieren, da igual su sexo o su número, y sólo mientras se quieren, entendiendo por 'quererse' la persistencia de la pasión amorosa". La consecuencia, para el experto, es el final del estatus privilegiado que la historia había reservado al matrimonio tradicional, entre hombre y mujer y para siempre. El profesor considera que la pérdida de ese estado tendrá consecuencias fatales para la sociedad: "no es sólo que en una sociedad con menos matrimonios habrá cada vez menos niños; ocurre también que esos niños estarán peor educados (...). Cientos de estudios sociológicos acreditan una correlación estrechísima entre ruptura familiar y bajo rendimiento académico; según el informe Dawson, la probabilidad de repetir curso es del 11% en los niños educados por su madre y padre biológicos casados entre sí, de un 21% si el niño es criado por una madre divorciada y vuelta a casar, y de casi el 30% si se trata de una madre soltera. En los demás índices (expulsión escolar, trastornos emocionales...) la escala es la misma: los niños educados en familias intactas obtienen mejores resultados que los criados por parejas que cohabitan sin estar casadas o en familias recompuestas, y mucho mejores que en familias monoparentales".
El jurista comparó la situación de Europa con la de Estados Unidos, y aseguró que estos datos son bien conocidos, pero no aceptados, en el viejo continente: "Lo que el sentido común y el ethos de todas las culturas han sabido durante milenios (que un niño necesita a su padre y a su madre) es confirmado abrumadoramente por estudios científicos. El secreto a voces circula ya libremente en EEUU, pero sigue resultando tabú en Europa. Una censura ideológica tácita impide difundir aquí ese tipo de investigaciones: los resultados son demasiado políticamente incorrectos; echan por tierra el dogma progresista de la pluralidad de modelos de familia".
Pero el reproche del profesor Contreras no se limitó a la izquierda, sino también a los partidos conservadores: "la derecha, en general, rehúye el debate sobre ideas y valores y se refugia en un discurso centrado en la eficiencia gestora: "la economía lo es todo", señaló hace varios meses Mariano Rajoy. La derecha parece resignada a la hegemonía cultural de la izquierda, sin atreverse a desarrollar una alternativa cultural integral, capaz de competir de tú a tú con la imagen del mundo difundida por los autodenominados 'progresistas'".
La alternativa a ambas posiciones está, a juicio de Francisco José Contreras, en recuperar un conjunto de valores común para creyentes y no creyentes: "El filósofo agnóstico Marcello Pera, expresidente del Senado italiano, propone una ética 'como si Dios existiese' (veluti si Deus daretur), aceptable incluso por agnósticos que, sin estar convencidos de la existencia de Dios, deciden apostar por el sentido e intentan actuar bajo la idea de 'hacerse merecedores de que Dios exista', en el espíritu de Senáncourt, citado por Unamuno: 'Dicen que el hombre es perecedero. Podría ser. Pero perezcamos resistiendo; y si nos está reservada la nada, hagamos que ello sea una injusticia".
El profesor Contreras fue presentado por el rector de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, Julián Herrojo quien, tras glosar los méritos y la trayectoria del conferenciante, aplaudió el esfuerzo del trabajo de los autores en "Nueva izquierda y cristianismo", y resaltó la que, a su juicio, es la principal aportación del trabajo: "el libro defiende que las principales crisis que nos agobian hoy (económica, financiera, social..) no son sino manifestaciones de una única crisis más profunda: la crisis de valores. De ahí que el principal debate al que han de enfrentarse intelectuales, políticos y sociólogos no es el económico o el político, sino el cultural, en el que sólo caben dos modelos contrapuestos: el basado en la cultura del relativismo, donde, en una concepción malentendida de la libertad, todo vale, y el modelo contrapuesto, basado en la defensa de un sistema de principios y valores morales".