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José Antonio Madiedo Acosta, capitán y exdirector general de la Marina Civil, y Francisco Fernández Marino, ingeniero naval, hablarán sobre "Las claves del hundimiento del Titanic"
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La historia del Titanic y la de sus dos barcos gemelos comienza una noche de verano de 1907 en Londres, Reino Unido. Fue entonces cuando Lord James Pirri, socio mayoritario de los mayores astilleros del mundo, Harland and Wolff, de Belfast, invitó a cenar en su mansión, conocida como Downshire House, a J. Bruce Ismay, director gerente de la compañía naviera White Star Line. Juntos decidieron, ese histórico 10 de junio, y tras un largo tiempo planeándolo, la construcción de los tres barcos más impresionantes del mundo. Y esa noche también eligieron qué nombre se daría a cada uno de ellos: al primero le llamarían Olimpic, al segundo Titanic y el tercero Gigantic (que tras la tragedia del Titanic se cambió por Britannic).
Los buques de Ismay y Pirrie constarían, además, de una tercera clase para viajar y, a un tiempo, harían gala de un lujo inimaginable; algo que nunca había sucedido en la historia de los transatlánticos de vapor hasta el momento. Sus interiores podrían competir y superar, con creces, a los mejores hoteles y restaurantes, y serían tan seguros que podrían declararse “prácticamente insumergibles”.
Pero el 14 de abril de 1912 A las 23:40 de la medianoche, mientras el Titanic navegaba a 22,5 nudos (41,7 km/h), el vigía Frederick Fleet avistó un iceberg por delante a menos de 500 metros de distancia y con una elevación de unos 30 metros sobre el nivel del mar. Fleet hizo sonar la campana tres veces y telefoneó de inmediato al puente de mando. El sexto oficial Moody levantó el teléfono para recibir la desesperada llamada de Frederick Fleet -"Iceberg, derecho al frente"- y avisó a Murdoch, quien corrió al ala de estribor a observar por si mismo. El primer oficial Murdoch, de guardia en ese momento, tomó las medidas que creyó correctas e intentó evitar la colisión, primero girando el timón todo a babor, seguidamente dando marcha atrás, lo cual fue fatal pues el timón perdió una presión de virada. El barco en el último minuto logró evitar el choque frontal (con el que seguramente no se habría hundido y habría sido capaz de al menos flotar estando dañado). Seguidamente Murdoch ordenó viraje a estribor quizás demasiado pronto sin sospechar que el iceberg (que era más alto que el nivel del puente) se extendía a los costados por debajo del mar. Finalmente el buque rozó el iceberg abriéndose las placas de estribor a 5 m de profundidad con 6 brechas diferentes que en total sumaban unos 100 m de rasgaduras y 5 compartimentos abiertos al agua. El Titanic quedó sentenciado.
José Antonio Madiedo Acosta (Gijón, 1945) es capitán de la Marina Civil y exdirector general de la Marina Mercante (1986-1989). También ha sido presidente de la Asociación Española de Marina Civil.