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Areces: "Francisco Carantoña fue en todo momento fiel a sus ideas y a si mismo, con un amor desmedido hacia Gijón"
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Vicente Álvarez Areces (a la izquierda en la imagen, junto al presidente del Ateneo Jovellanos) comenzó recordando su primera gran polémica como alcalde de Gijón con el director de "El Comercio": "Habíamos proyectado construir un dique semisumergido frente a la playa San Lorenzo. Pero a él no le gustaba porque decía que se alteraba la fisonomía de la playa, y eso era tocar el 'Sancta sanctórum' de Gijón. Y no pudimos hacer el dique, aunque yo dije para mi: 'la historia me permitirá resarcirme', y así fue: terminamos haciendo dos playas nuevas en Gijón". Esta anécdota le sirvió a Areces para destacar las que fueron, a su juicio, principales virtudes humanas y profesionales del periodista: "Francisco Carantoña fue en todo momento fiel a sus ideas y a si mismo. Cuando ejercía la crítica periodística estaba reivindicando aquellos rincones de Gijón que, a su juicio, si se tocaban perderían su sentido histórico. Pero en esas críticas demostraba un amor desmedido a un lugar como Gijón, que es sin duda imperfecto, pero aunque sea imperfecto es el nuestro, y por eso lo queremos tanto".
También se refirió Areces a la concesión, en 1992, del título de Hijo Adoptivo de Gijón al periodista: "se trataba, y así lo dije en aquel momento, de distinguir a una persona que se caracterizó por la coherencia en sus planteamientos y su amor por la ciudad, construyendo la memoria colectiva de Gijón".
Pero, según Vicente Álvarez Areces, carantoña no fue un periodista al uso -que también, y brillantísimo-, sino que su pluma abarcaba muchas otras facetas: cronista de lugares, escritor, crítico de arte... Para el político gijonés todo ello formaba parte de su perfil: "el periodista y el autor de relatos son las dos caras de la moneda cotidiana de la vida". Una faceta, la de escritor, plasmada en libros como "Semblanza de Gijón", "Dinusiña, la hija de Bertulio" o las recopilaciones de su 'alter ego' más literario, 'Till', a quien Areces describió como "un andarín del siglo VI que recorre Galicia, con principio y final en Asturias".
El exalcalde de Gijón se detuvo en uno de los libros menos conocidos de Carantoña: "Gijón: litoral, ciudad, concejo", con fotos de Joaquín Fanjul y comentarios al pie de las mismas del director de "El Comercio". Areces considera que esa obra refleja en sus textos la perfecta simbiosis del periodista y el literato: "el libro hace coexistir las referencias lejanas con el fluir de lo cotidiano, y es una reivindicación de lugares emblemáticos de nuestra ciudad como el Cerro de Santa Catalina, El Musel, la Playa de Poniente, Cimadevilla, el palacio de los Revillagigedo, El Muro, Los Campinos, la Plaza San Miguel..."
Vicente Álvarez Areces se reafirmó varias veces, en el altísmo nivel profesional y humano del periodista: "i Adeflor fue el mejor periodista gijonés de la primera mitad del siglo XX, Carantoña lo ha sido de la segunda. Carantoña fue el gran nombre del periodismo asturiano desde que el oficio existe, y su opinión era un referente obligado". Un sentimiento que el actual senador por Asturias dejó reflejado en las páginas de "El Comercio" al día siguiente de su fallecimiento el día 8 de diciembre de 1997:
"Con él se va un modo de hacer periodismo que marca época: inteligente, incisivo, culto, auténtico, sin concesiones más que a sus ideas. Una persona que pasa a formar parte de la historia local vinculado al periódico que constituyó, junto a su familia, la otra parte de su vida. El Comercio y Carantoña, durante cuarenta años, representaron una misma idea, un mismo proyecto, una misma forma de escribir y de vivir esa parte de nuestra historia tan difícil y al mismo tiempo tan vital para muchos de mi generación. La opinión de Carantoña, de hecho, era algo que formaba parte de nuestra vida cotidiana para compartirla o para discrepar pero, en definitiva, era un referente obligado".