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Sala de prensa
04/06/2012
SOBRE LA CONFERENCIA QUE AGUSTÍN GUZMÁN SANCHO OFRECIÓ EN EL ATENEO JOVELLANOS SOBRE EL PERIODISTA Y ERUDITO
Artículo de Alejandro Carantoña en El Comercio: "El «constante paseo» por el Gijón de Julio Somoza"
(Haga clic en el titular para consultar la información)
El VIERNES 1 de JUNIO DE 2012, el profesor AGUSTÍN GUZMÁN SANCHO impartió en el ATENEO JOVELLANOS de Gijón una conferencia sobre el periodista y erudito gijonés JULIO SOMOZA. La charla fue objeto de una amplia crónica a cargo de ALEJANDRO CARANTOÑA en el diario EL COMERCIO que, por su interés, reproducimos a continuación.

"Sombrero, paraguas y un gesto fruncido: a Julio Somoza «se le ha visto más que leído», andando quizás por las calles de este Gijón, o de aquel, del que vio Evaristo Valle.
El trazo, el fogonazo, es de Agustín Guzmán Sancho, el estudioso y biógrafo de Somoza que ayer se encargó de rendirle homenaje en el Ateneo Jovellanos, en el ciclo de conferencias dedicado a periodistas históricos.
Quiso entrar, pues, Guzmán, en el perfil literario y erudito del finisecular personaje en primer lugar: «Era el que más sabía de Jovellanos», señalaba. «Hasta las mayores intimidades».
Somoza, sordo de nacimiento («Motivo de su genio y de su ingenio») también conoció, palpó y vivió su entorno, su ciudad. Para Guzmán, su vida y su producción eran, pues, «un constante paseo» por Gijón que ya empezó a volcar, aún en el siglo XIX, en artículos.
Pero no todo el «encierro», el «espíritu hipercrítico que le impedía tener pelos en la lengua» iba a ser negativo. La nostalgia de la ruralidad, el crecimiento de Gijón hacían aflorar, para Guzmán, al Somoza que decidía «poner títulos en asturiano a sus recopilaciones de artículos en prensa: 'Cosiquines de la mio Quintana'. Qué entrañable, qué íntimo diminutivo...»
Se produce, de esta forma, una confrontación entre el Somoza jovellanista «que ha idealizado a su personaje» y el gijonés, el que sale a la calle y se pregunta «qué tiene que ver esta gente» que le rodea con el prócer al que tanto admira, motivo «por el que tardarían en llegarle los reconocimientos» y se ganaría no pocos enfrentamientos, siempre según las documentadísimas palabras de Guzmán.
Con todo, el Somoza que perfiló ayer el estudioso y gijonés de adopción se revelaba, más bien, como un «autodidacta», como un intelectual «curioso» y no necesariamente «riguroso» en el sentido científico del término. De donde sale el genio, en fin, que acabaría por extinguirse una tarde de 1940.
El ciclo de conferencias del Ateneo, que concluye el próximo martes con la charla del filólogo José Luis Campal sobre Joaquín Alonso Bonet, añadía así al equipo de periodistas acreedores de su recuerdo a uno de los más veteranos, de carácter más «contradictorio», pero sin dejar de ser «un genio». Simplemente el sombrero, el paraguas. «Simplemente, manos a la obra»".
El trazo, el fogonazo, es de Agustín Guzmán Sancho, el estudioso y biógrafo de Somoza que ayer se encargó de rendirle homenaje en el Ateneo Jovellanos, en el ciclo de conferencias dedicado a periodistas históricos.
Quiso entrar, pues, Guzmán, en el perfil literario y erudito del finisecular personaje en primer lugar: «Era el que más sabía de Jovellanos», señalaba. «Hasta las mayores intimidades».
Somoza, sordo de nacimiento («Motivo de su genio y de su ingenio») también conoció, palpó y vivió su entorno, su ciudad. Para Guzmán, su vida y su producción eran, pues, «un constante paseo» por Gijón que ya empezó a volcar, aún en el siglo XIX, en artículos.
Pero no todo el «encierro», el «espíritu hipercrítico que le impedía tener pelos en la lengua» iba a ser negativo. La nostalgia de la ruralidad, el crecimiento de Gijón hacían aflorar, para Guzmán, al Somoza que decidía «poner títulos en asturiano a sus recopilaciones de artículos en prensa: 'Cosiquines de la mio Quintana'. Qué entrañable, qué íntimo diminutivo...»
Se produce, de esta forma, una confrontación entre el Somoza jovellanista «que ha idealizado a su personaje» y el gijonés, el que sale a la calle y se pregunta «qué tiene que ver esta gente» que le rodea con el prócer al que tanto admira, motivo «por el que tardarían en llegarle los reconocimientos» y se ganaría no pocos enfrentamientos, siempre según las documentadísimas palabras de Guzmán.
Con todo, el Somoza que perfiló ayer el estudioso y gijonés de adopción se revelaba, más bien, como un «autodidacta», como un intelectual «curioso» y no necesariamente «riguroso» en el sentido científico del término. De donde sale el genio, en fin, que acabaría por extinguirse una tarde de 1940.
El ciclo de conferencias del Ateneo, que concluye el próximo martes con la charla del filólogo José Luis Campal sobre Joaquín Alonso Bonet, añadía así al equipo de periodistas acreedores de su recuerdo a uno de los más veteranos, de carácter más «contradictorio», pero sin dejar de ser «un genio». Simplemente el sombrero, el paraguas. «Simplemente, manos a la obra»".